Sin lugar a dudas, “Don Segundo Sombra” es una novela sobresaliente en la literatura hispanoamericana.

Los gauchos de la llanura bonaerense necesitaban que se escribiera sobre ellos y, según los principales críticos literarios, ese fue el aporte esencial que ofreció Güiraldes con su siempre vigente novela.

 Don Segundo Sombra existió, era resero y su nombre era Segundo Ramirez, pero es  Ernesto Sábato quien lo define literariamente hablando cuando dice: “El auténtico don Segundo es el mito imaginado por Güiraldes, que misteriosamente reveló un secreto de la condición pampeana. Inmortal, como todos los mitos”.

Es clave la dedicatoria del libro:

 “A usted, Don Segundo,

 A la memoria de los finados Don Rufino Galván, Don Nicasio Cano y Don José Hernández;

A mis amigos domadores y reseros: Don Víctor Taboada, Ramón Cisneros, Pedro Brandán, Ciríaco Díaz, Dolores Juárez, Pedro Falcón, Gregorio López, Estéban Pereyra, Pablo Ojeda, Victorino Nogueira y Mariano Ortega.

A los paisanos de mis pagos.

 A los que no conozco y están en el alma de este libro.

 Al gaucho que llevo en mí, sacramente, como la custodia lleva la hostia”.

Si bien sus libros anteriores habían sido ponderados, Güiraldes no era famoso hasta la aparición de Don Segundo Sombra. Elige sus queridos Pagos de Areco para situar una novela que, en poco tiempo,  se convierte en esencial.

 

Relatada en primera persona, cuenta la historia de un muchachito, Fabio, que un día se encuentra con un paisano (Don Segundo) a quien admira de inmediato y a quien decide seguir. El muchacho parte a trabajar con él y aprende la vida de campo, guiado por el viejo que se convierte en su maestro.

Al final del libro, cuando Don Segundo se despide de  Fabio, a quien reconoce como su ahijado,  este lo ve sobre su caballo como fundiéndose en la llanura: “Aquello que se alejaba era más una idea que un hombre”. El narrador, Fabio, termina diciendo: “Di vuelta mi caballo y, lentamente, me fui para las casas. Me fui, como quien se desangra”. Los críticos sostienen que, con estas palabras, es también Güiraldes el que se aleja del mundo ya que fallecería solo un año después.

El libro, en sus dos primeras ediciones, fue impreso en los talleres de Francisco Colombo de San Antonio de Areco en 1926.